La polémica ley de talles habla de que aunque seamos gorditas tenemos derecho a vestirnos. Así de cruda es la realidad que nos imponen. Hasta las marcas que promueven la belleza "real" tiene un trasfondo extraño, oculto, como si nos dijeran que nos entienden, a nosotras, las que no somos tan lindas, las que también tenemos derecho a vestirnos con la ropa de moda. Porque nadie dice que es bella la mujer que pesa más de lo estipulado por la moda, simplemente admiten (y no tanto) que las que no se ajustan a esas medidas deben poder vestirse sin problemas. Y es cierto. Y también es cierto o al menos entendible que para lucir un vestido de alta costura en la pasarela sea esteticamente más correcto (y digo correcto, no bello) alguien delgado que deje ver el movimiento y el corte de la prenda y no las curvas que se encuentran debajo de ella. A ver si me explico... entiendo que el diseño muchas veces necesite determinadas formas de cuerpos para que sus prendas se luzcan como las quiera el diseñador de turno. Entiendo que hay una intención del mercado, tal vez real tal vez por moda, de promover cuerpos con medidas más saludables. Y no me canso de ver una y otra vez notas acerca de la ley de talles: que si se promulgó, que si se cumple, que si tiene la etiqueta con las medidas pero resulta que luego en el local "casualmente" no quedan más los talles obligatorios. Ahora bien , hay algo de lo que no escuché hablar y es del estilo, de la personalidad, de lo que hace a una mujer positivamente llamativa al entrar a un bar ante la mirada de ambos sexos.
No voy a entrar en la trillada conclusión de que lo que importa es lo de adentro. Sí, es cierto, pero negar la importancia del cómo nos vemos sólo hace más irreal y dificultosa la tarea del sentirse bien con uno mismo. Pongamos por ejemplo a algunas mujeres consideradas las más hermosas en diferentes épocas: desde la excéntrica e intensa presencia de Frida Kahlo que deslumbraba a hombres y mujeres a pesar de su poco convencional belleza e incluso sus problemas físicos, la excesiva delgadez, andrógena y etérea figura de Twiggy que dio la vuelta al mundo y revolucionó la idea de belleza en el mundo de la moda y la enorme y muchas veces criticada frente de Tyra Banks que resalta sus hermosos ojos verdes, pasando por el envidiado trasero más que voluptuoso de Jennifer Lopez que identificó a más de una y demostró que a los hombres les sigue gustando que haya "donde agarrar", la baja estatura para una Top Model de Kate Moss y de las actrices Jennifer Love Hewitt y Eva Longoria, todas ricas, famosas e íconos de belleza del siglo XXI . Y la lista sigue: la desproporcionada y encantadora enorme sonrisa de Julia Roberts, la desgarvada y aniñada postura de Meg Ryan, la sexy masculinidad de Greta Garbo, la elegancia de la no tan bella Diana Spencer, los enormes y saltones ojos azules de Uma Thurman, el delicado y pequeñísimo escote de Kate Hudson, los gigantescos labios de Angelina Jolie, la extraña y enigmática sonrisa de Keira Knightley, etc etc etc. ¿Qué quiero decir con ésto? Bueno, dos cosas: la primera, que por más que estas mujeres nos resulten bellezas indiscutibles, de hecho y más en su momento, fueron bellezas totalmente "discutibles", discutidas, criticadas. ¿Cómo podés ser Top Model sin siquiera medir 1,70, lo cual ya es poco para una modelo?¿Cómo podés atraer a numerosas mujeres y hombres por igual cuando tenés razgos duros, cejas sin depilar y una pierna menos?¿Cómo podés resultar sexy si no tenés pechos grandes?
Todas estas mujeres rompieron moldes y fueron envidiadas, amadas y transformadas en íconos porque creyeron en su belleza e hicieron lo posible, no para adaptarse sino para resaltar lo que a ellas mejor les quedaba. Y ahi entra mi segunda conclusión: ¿de qué sirve que encuentre un jean corte chupin de mi talle si de cualquier manera no es lo que necesito para verme bien, ya que mis caderas son demasiado redondas para este modelo? Las modas son eso, modas. Nuestro cuerpo era el mismo en la temporada pasada. No sólo los talles es el problema de las modas para las que no tienen el cuerpo que la industria (y recalco, la industria, no las mujeres ni los hombres) requiere.
A los 15 o 16 me empañaba por usar remeras o vestidos poco ajustados al cuerpo porque creía tener rollitos. Hoy veo fotos de esa época y desearía tener esa barriga. Nuestra percepción acerca de qué es lindo o sexy es subjetiva, relativa y cambiante. Si nosotras aceptamos nuestro cuerpo y nuestra rostro tal como es, lo miramos objetivamente y sabemos cuáles son nuestros fuertes, podemos sentirnos más seguras de nosotras mismas, y éso es lo que nos hace bellas, únicas, lo que hace que olvidemos el nombre de varias modelos "perfectas" y recordemos el de Beyoncé. Por mi parte, con unos cuantos kilos más y alguna otra cana que me empeño en sacar todas las semanas, me siento mucho más sexy hoy de lo que me sentía cuando tenía 16 años. Aprendí a quererme, a aceptarme. Sé que cosas me favorecen y cuales no. Y sé a qué tiendas recurrir cuando quiero verme bella y única y no como "a la moda". Porque después de todo, cómo vernos bellas, deberíamos decirlo nosotras y no una etiqueta.
No voy a entrar en la trillada conclusión de que lo que importa es lo de adentro. Sí, es cierto, pero negar la importancia del cómo nos vemos sólo hace más irreal y dificultosa la tarea del sentirse bien con uno mismo. Pongamos por ejemplo a algunas mujeres consideradas las más hermosas en diferentes épocas: desde la excéntrica e intensa presencia de Frida Kahlo que deslumbraba a hombres y mujeres a pesar de su poco convencional belleza e incluso sus problemas físicos, la excesiva delgadez, andrógena y etérea figura de Twiggy que dio la vuelta al mundo y revolucionó la idea de belleza en el mundo de la moda y la enorme y muchas veces criticada frente de Tyra Banks que resalta sus hermosos ojos verdes, pasando por el envidiado trasero más que voluptuoso de Jennifer Lopez que identificó a más de una y demostró que a los hombres les sigue gustando que haya "donde agarrar", la baja estatura para una Top Model de Kate Moss y de las actrices Jennifer Love Hewitt y Eva Longoria, todas ricas, famosas e íconos de belleza del siglo XXI . Y la lista sigue: la desproporcionada y encantadora enorme sonrisa de Julia Roberts, la desgarvada y aniñada postura de Meg Ryan, la sexy masculinidad de Greta Garbo, la elegancia de la no tan bella Diana Spencer, los enormes y saltones ojos azules de Uma Thurman, el delicado y pequeñísimo escote de Kate Hudson, los gigantescos labios de Angelina Jolie, la extraña y enigmática sonrisa de Keira Knightley, etc etc etc. ¿Qué quiero decir con ésto? Bueno, dos cosas: la primera, que por más que estas mujeres nos resulten bellezas indiscutibles, de hecho y más en su momento, fueron bellezas totalmente "discutibles", discutidas, criticadas. ¿Cómo podés ser Top Model sin siquiera medir 1,70, lo cual ya es poco para una modelo?¿Cómo podés atraer a numerosas mujeres y hombres por igual cuando tenés razgos duros, cejas sin depilar y una pierna menos?¿Cómo podés resultar sexy si no tenés pechos grandes?
Todas estas mujeres rompieron moldes y fueron envidiadas, amadas y transformadas en íconos porque creyeron en su belleza e hicieron lo posible, no para adaptarse sino para resaltar lo que a ellas mejor les quedaba. Y ahi entra mi segunda conclusión: ¿de qué sirve que encuentre un jean corte chupin de mi talle si de cualquier manera no es lo que necesito para verme bien, ya que mis caderas son demasiado redondas para este modelo? Las modas son eso, modas. Nuestro cuerpo era el mismo en la temporada pasada. No sólo los talles es el problema de las modas para las que no tienen el cuerpo que la industria (y recalco, la industria, no las mujeres ni los hombres) requiere.
A los 15 o 16 me empañaba por usar remeras o vestidos poco ajustados al cuerpo porque creía tener rollitos. Hoy veo fotos de esa época y desearía tener esa barriga. Nuestra percepción acerca de qué es lindo o sexy es subjetiva, relativa y cambiante. Si nosotras aceptamos nuestro cuerpo y nuestra rostro tal como es, lo miramos objetivamente y sabemos cuáles son nuestros fuertes, podemos sentirnos más seguras de nosotras mismas, y éso es lo que nos hace bellas, únicas, lo que hace que olvidemos el nombre de varias modelos "perfectas" y recordemos el de Beyoncé. Por mi parte, con unos cuantos kilos más y alguna otra cana que me empeño en sacar todas las semanas, me siento mucho más sexy hoy de lo que me sentía cuando tenía 16 años. Aprendí a quererme, a aceptarme. Sé que cosas me favorecen y cuales no. Y sé a qué tiendas recurrir cuando quiero verme bella y única y no como "a la moda". Porque después de todo, cómo vernos bellas, deberíamos decirlo nosotras y no una etiqueta.